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Luego de más de una década de investigación científica la neuropsicología de la primera infancia logró corroborar lo que otras disciplinas venían trabajando sobre la importancia de los cuidados adecuados en los primeros años. El primer hallazgo es la importancia del apego o vínculo afectivo entre bebé y cuidador en los mamíferos. En la especie humana son al menos 7 meses de cuidado permanente claves para el desarrollo celular de la región pre frontal del cerebro. Dicha zona es la encargada del desarrollo de las funciones ejecutivas; es decir la capacidad de controlar voluntariamente pensamientos y conductas en cada persona.

De otro lado, se ha evidenciado que los gritos, golpes y abandonos generan toda una descarga de cortisol en el sistema límbico que inhibe la acción dopaminergica. Ello significa que esos tratos no adecuados impiden el desarrollo celular de las regiones del cerebro encargadas de la memoria, inteligencia y control de emociones. Varios estudios propios y de otros colegas con apoyo de imágenes funcionales lo corroboran.

La maduración de las funciones motríces en los dos primeros años facilitan la evolución del cerebelo y otras regiones que facilitarán la emergencia del lenguaje y el pensamiento. Por tanto, la capacidad de moverse a través de la imitación son claves en el aprendizaje en especial la conducta social. Incluso en los primeros meses aparece la capacidad de imitar gestos y emociones básicas siendo entonces dicho proceso la piedra angular del desarrollo y conducta social.

A propósito de la emoción, se sabe que esta es la base del aprendizaje inicial con la memoria episódica, semántica. Por ello es clave los relatos, los cuetos y canciones. Igualmente riesgosos los gritos y malos tratos. Más si se tiene en cuenta que el ser humano es el animal que más depende de sus cuidadores y su entorno, es el que más años tarda en desarrollarse.

Finalmente, es importante buscar en las herramientas motrices, episódicas, artísticas y narrativas las estrategias de crianza y aprendizaje, obviamente estas emergen en una relación mentalmente sea entre cuidador y bebé, ya que la tendencia cultural y social en latinoamerica es a la de repetir patrones de crianza violentos los cuales influyen en la gestación. Existen evidencias de percepción de emociones en un feto desde la semana 20. Aunque reciente, el conocimiento del sistema nervioso y su desarrollo exigen cambios a nivel de la crianza tradicional en apenas una década de investigación científica.

 

Phd. Diego A. Calle
Docente investigador CUE

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